martes, 1 de enero de 2019

Pepillo, él joven y Morelia.

En un pueblo cuyo nombre no quiero mencionar, ocurrió esta historia que les voy a contar, a un generoso hombre llamado Pepillo, que ejercía de seguridad o guachimán, en una prestigiosa empresa que diferente a lo que usted pueda creer, no está ubicada en la ciudad capital.
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Resulta que un día, al hombre de madura edad, un nuevo y joven compañero de oficio le llego a acompañar; y al cual el Sr. Pepillo mucha confianza le llego a brindar. La amistad entre ambos guachimanes, fuerte se fue tornando, pues Pepillo al joven compañero, a su casa hasta lo llego a llevar; y estando en su hogar, Pepillo a su novel esposa Morelia le llego a presentar al recién compañero.

Entre Morelia y el joven una fuerte química empezó a brotar, llegando Morelia a compartirle en un diminuto papel su número de Whatsapp; para ambos más tarde, una cita coordinar. Que lógicamente termino en una vil infidelidad.

Citas iban y venían, entre el joven y Morelia. Llegando a un punto Morelia, de siempre mostrarse muy cansada y ni estar con Pepillo quería. Esto provoco que Pepillo en su mente empezara a sospechar, de en lo que Morelia podía estar y la empezó a investigar.

Morelia sabiendo que estaba actuando mal con Pepillo y llevándolo al punto, de que no 
tenga de ella buen pensar; a su joven amante, Morelia llego a llamar, y le dijo:

¡Mira! Pepillo como que se imagina que los cuernos le estoy llegando a pegar. A lo que el joven respondió:

¡Ay Dios mío! Tu estas relajando; pues yo voy a dejar de hablar con Pepillo, para que de mí no llegue a sospechar.

Por lo que Morelia rápidamente replico:

Si tu dejas de hablar con él, más pronto sabrá que eres tú mi amor, así que no seas pendejo.
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Luego de formarse entre ambos una pausa profunda, Morelia dice al joven: Pepillo me ha dado a guardar 27 mil pesos, para comprar un solar, yo los tengo en esta funda. Toma estos 25 mil pesos y búscate una casa para mandarnos, y hazle los depósitos.
Yo esperare unos días aquí, ya que Pepillo cobra en esta semanita, y el hace con ese dinerito una comprita de comida, así yo me llevo la comida un día que él esté trabajando y tenemos que comer los primeros días.

Y así hicieron los verdugos; y el joven dejo a Pepillo sin dinero, sin comida y sin mujer. Pepillo, al volver a su casa, encontró una carta dejada por Morelia, en la que se le prometía que su dinero algún día se le llegaría a pagar y de igual donde de todo dolorosamente se llegó a enterar.
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Sucedido esto, Pepillo siempre anda armado de su escopeta y un largo puñal, en búsqueda de Morelia y el joven, con esperanzas de su venganza poder cobrar, sin dejarse llevar de los consejos que su familia le ha llegado a brindar.

Continuará…

Emilio Doñé.