jueves, 21 de abril de 2016

La falacia haitiana

Por: Emilio Doñé (Agosto 2014)

La República Dominicana y la República de Haití, dos naciones hermanas de igual y diferente historia en ciertos momentos dados del pasado, que le hacen estar obligadas a ayudarse mutuamente a pesar de sus desavenencias y dificultades, que han provocado que sus relaciones estén estampadas por el conflicto y la confrontación, desde tiempos coloniales, en que intereses metropolitanos tuvieron la antes llamada perla de las Antillas o nuestra isla, como escenario.

Pero lo cierto es, que así como el tener un vecino en problemas, es una mortificación y alto costo para los demás miembros de dicho núcleo habitacional, del mismo modo lo es entre países. El mayor ejemplo es la Zona Euro, en donde si un país es asediado por las dificultades, como es el caso de nuestra madre patria España, los 17 estados miembros restantes de forma no siempre feliz, tienen que ir en su auxilio y cargar con las consecuencias. Dichas contrariedades entre estados fuertes y ricos a los que les aqueja la cabeza, el simplemente pensar en los problemas de sus vecinos, posiciona a Europa en el peligro de la desintegración, como afirman ciertos gurúes occidentales.

La población quisqueyana sin embargo, con ceguera y orgullo en este tópico, contrario a las prácticas de ayudas de otras naciones poderosas a sus vecinos, como el caso anteriormente descripto, camina muy de espalda a esta realidad. Pues, tenemos el vecino más pobre de América, sin instituciones, sin identidad y perfil claro, necesitado de todo (hecho último que le hace ver la patria de Duarte como única solución a todas sus males), pero desconsiderado y exigente, al hecho de por sospechas bloquear nuestros productos (lo ha realizado con los huevos, los pollos y más recientemente con el salami).

Y a pesar de esto, no despertamos de la quimera, ya que reconocemos que ese Haití que es un estado fallido, inviable, corrupto, sin posibilidades de satisfacer las demandas económicas, políticas y sociales de sus nacionales, para así crearles las bases de un verdadero estado de derecho y garantizarles justicia, seguridad, transparencia, control de la criminalidad y que nos dominó a machete por 22 años, es nuestro vecino y por ende tenemos el deber de socorrerlo.
Debemos seguir ayudándole e impulsarle condiciones que le permitan un desarrollo estructural, pero dichas asistencias deben ser dentro de marcos establecidos, y no mediante la promulgación de leyes como la de nacionalización, que es el mayor error político del presente siglo.

Además, somos dos naciones totalmente diferentes (hasta en el deporte), y aunque nuestros hermanos haitianos perciben esa ley con ventaja, los resultados serán nefastos, pues la aprobación  de ese código es crear las bases para un futuro conflicto armado entre ambas naciones que en el fondo no se toleran, ya que la historia enseñada en ambos países, la haitiana más que la nuestra, está llena de discriminación por creernos causantes de sus desgracias, muy a pesar de que Duarte al abogar por nuestro derecho como individuos de vivir en un estado libre de toda dominación extranjera, nunca incito al odio contra Haití, sino que siempre expreso admiración a dicho país.

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Nuestros resultados más notables como nación, sumados a los recientemente expuestos,  producto de esta ley son los siguientes:

               1-    Al ser ellos la mayoría votante en los venideros años electorales, tendrán la potestad de                  elegir nuestras autoridades y el presidente no será una excepción.
               2 -  Se perderá nuestra identidad nacional al ser víctimas de un proceso de endocultura.
                   3 -  Veremos un mayor agotamiento de nuestros recursos nacionales.
Por ello, ante estos terribles resultados por esta legislación, fomentada y aprobada, ante presiones empresariales y extranjeras, por enemigos de la patria que quieren arrastrarnos a conflictos sin causas reales, individuos que por mantener sus privilegios no quieren la verdadera soberanía, es más que nunca necesario y de suma urgencia el ser patriotas de los que aman y construyen sobre la base de la justicia, la felicidad de nuestros compatriotas y defender nuestra soberanía, ya que patria es humanidad, y la misma necesita sacrificios para la construcción de un mejor porvenir para nuestros hijos e hijas, por ser ara y no pedestal.

Muchas gracias y espero haya sido de su agrado.

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