miércoles, 2 de marzo de 2016

Pobre país

“Sed justo lo primero, si queréis ser felices.” Juan Pablo Duarte  

A 172 años de vida republicana, momento desde el cual hombres y mujeres de valor en cada fragmento glorioso de historia patria, derramaron más que su sangre, invirtieron su fortuna y sacrificaron sus familias, por la libertad y desarrollo de un país llamado República Dominicana; todavía no parece llegar gobierno alguno que represente la materialización del ideario duartiano. Pues, la gran mayoría de los 55 presidentes transcurridos (y de los cuales 6 de ellos han ocupado 103 años de gobierno, E.D.), han sido una pala de tierra al fenecido, visionario y lleno de amor proyecto del patricio Juan Pablo Duarte.

Donde ninguno de los aspirantes presidenciales actuales, representa la esperanza de desarrollo, de un estado con mayor igualdad de condiciones, progreso y oportunidades para nuestros compatriotas. Convirtiendo de la política un negocio comprometedor del futuro de nuestro pueblo (acción que se verá reflejada con la imposición de reformas económicas pasado el proceso electoral, para reponer lo derrochado, a coste de la ciudadanía, E.D.), pero siendo pésimos negociantes, ignorando que a los socios que benefician hoy, serán los potenciales enemigos de mañana.  

Como el caso de los reformitas hoy favorecidos en acuerdo por el PRM, que en un venir serán los principales aliados de Fernández, en caso de este optar nuevamente a la Presidencia de la República y el de los perredeistas en convenio con el gobierno, que en su momento fingirán ser la lanza opositora de ataque al PLD. Lo mismo sucede con la corriente política de Hipólito Mejía que está regresando a su PRD, donde el futuro fallecido y afuereado político será Miguel Vargas; un elemento que de materializarse sería lamentable el tener este personaje como líder opositor, si los años le son condescendientes de aquí al 2020.

Sustentando sus convenios, en que son de provecho a la nación. Sin embargo, aquí no han existido verdaderos acuerdos políticos a favor del país, tan siquiera en momentos que la patria se encaminaba a duras luchas internas y en que existían profundas diferencias entre los grupos dominantes de la época. Podemos citar al poseer rigor histórico, los llevados a cabo en el año 1905, entre el presidente de entonces Carlos Morales Languasco y sus adversarios; al igual que el de 1924 entre el Lic. Federico Velázquez y el General Horacio Vásquez, en ambas situaciones el interés fue presupuestario y de beneficios particulares.


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Por otro lado,  en medio de un pueblo tan acumulante de odios, frustraciones y resentimientos, producto de los múltiples atropellos que se comenten en su contra, creando las bases para desencadenar lo que hoy conocemos como violencia, tenemos un partido gobernante con lámparas diferentes, pero luces iguales, con desgastadas ideas, cuyo permisivo y mal ejercicio del poder le hace no ser la esperanza de desarrollo de nuestra República Dominicana; un país rico pero pobremente administrado.  

También tenemos un Luis Abinader, en un partido con slogan de moderno y que dice llamarse la cara del cambio, mientras se mantiene aliado de actores (con imborrables manchas), de escenarios que han sido de los más frustrantes y de atraso al gran teatro conocido como República Dominicana. Un partido practicante de las mismas mañas a la hora de guiar su proceso electoral, que el sistema que crítica y pretende desplazar; con un líder que compone una familia que es dueña de una universidad, que no es una de las mejores del país, pequeño elemento que debería servir de estándar, para poder expresar tener interés de buenos cambios, los cuales inician por nuestra casa. También tenemos otros líderes partidarios que dicen estar en oposición, una vez que se cansaron de ser participes del actual sistema de cosas, por lo cual no representan nada en pro de la nación.

Ante estas razones, ciertamente es muy difícil el panorama que se cierne sobre nosotros, y de lo consciente que se está, de que la nación necesita ante la actual podredumbre y crisis política una profunda transformación, que se traduzca en un desarrollo social y más bienestar, para que el país pueda avanzar por un mejor camino y crear las condiciones que le son necesarias.  

Sin embargo, este cambio inicia asumiendo nuestro rol de ciudadanos responsables, involucrándonos aunque no seamos participes de la política. Desde Pepillo Salcedo (Monte Cristi) a Punta Cana, pues como dice Juan Pablo Duarte “la política es la ciencia más pura que puede descansar en la mente de las personas”, y la base para “luchar por y para la patria, que es luchar por el bienestar de las nuevas generaciones”; además el mal triunfa cuando las personas buenas no hacen nada (Edmund Burke).  

Una vez hecho esto, estarán establecidas las bases para ese gran cambio y la construcción de esa patria que Duarte siempre soñó, una mejor República Dominicana, diferente a la que vivimos hoy, ya que todavía queda patria.

Muchas gracias  y espero haya sido de su agrado el presente escrito.

Emilio Doñé