Por: Emilio Doñe (04 febrero 2021)
Leyendo la Biblia nos topamos con un personaje muy peculiar, y aunque se cita en sólo cuatro capítulos, deja una gran enseñanza para nosotros. Este hombre se llamaba Baruc, el amigo leal y secretario del profeta Jeremías.
También se sabe que era hijo de Nerías (Jeremías 36: 4) y que Baruc compartió con Jeremías muchos momentos difíciles, como los de presenciar en primera fila las casi últimas dos décadas del reino de Judá y el exilio a Egipto, exilio que fue producto de la destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios en el año 607 antes de Cristo.
Otros datos que se deducen al leer el capítulo 36 del libro de Jeremías, es que Baruc era un hombre influyente y con una gran educación debido a que era escriba, sumado a esto que Seraya hermano de Baruc era un importante miembro de la corte del rey Sedequías.
Elementos que hacen ver, que tenía privilegios parecidos a los escribas reales y acceso a los consejeros del rey. Cabe decir que la relación profunda de Baruc y Jeremías, se desarrolla cuando Jeremías llevaba ya 23 años en su labor profética y seguramente Baruc fue del grupo de escribas que plasmo los mensajes de Jeremías, que posteriormente sirvieron para establecer el libro del profeta.
Pues, según se lee en el mismo capítulo 36 de Jeremías, el Padre Celestial le ordeno al profeta Jeremías que tomará el rollo de un libro y que en él debía escribir todas las palabras que Dios le había hablado contra Judá, contra Israel y contra todas las naciones, desde los días de Josías hasta ese momento que Jehová le dio ese mandato, a los fines de que luego de escuchar el mensaje las personas se apartaran de su mal camino.
Al recibir este mandato, Jeremías llamó a Baruc para que escribiera de boca del profeta todo lo que Dios le había dicho. Escrito todo, Jeremías le dijo a Baruc que fuera y leyera el rollo, debido a que el profeta tenía prohibido entrar en la casa de Jehová, donde debía leerse mensaje, al parecer porque los anteriores mensajes de Jeremías habían enojado a las autoridades de aquel entonces.
Con ese contexto cualquiera de nosotros lo pensaría dos veces para dar ese mensaje, sin embargo, Baruc fue y leyó el mensaje con valentía, demostrando su disposición de servir a Dios.
Baruc no pensó en ese momento en lo riesgosa de su labor, ya que él sabía de las amenazas que había sido objeto Jeremías, así como del terrible final que tuvo Uriya, que fue asesinado por el rey Jehoiaquim, debido a que Uriya profetizo conforme a todas las palabras de Jeremías.
La Biblia nos muestra, que luego de Micaya hijo de Guemarías, escuchar el mensaje de Baruc, contó a otros lo ocurrido, entre los que estaban varios príncipes.
Y que estos le pidieron a Baruc que leyera nuevamente el rollo y que al escuchar el mensaje se miraron asustados unos a otros, al grado que le dijeron a Baruc que se ocultará junto con Jeremías en un lugar que nadie supiera, mientras que ellos se encargarían de informar al rey el mensaje de Dios, que habían plasmado en el rollo Baruc y Jeremías.
Jeremías y Baruc se ocultaron, y en ese espacio de tiempo hicieron una copia del rollo por orden de Jehová. El rey Jehoiaquim tras oír todo lo que Jeremías había dictado a Baruc, se llenó de cólera, al punto que rasgó el rollo, lo quemo y dio la orden de que arrestaran a Jeremías y Baruc.
Aunque Baruc estaba consciente de la apostasía y el rechazo hacia Dios por parte de Israel y Judá, pasó por un momento de desconsuelo, pues al final de seguro le sorprendió mucho la decisión divina de destruir a Jerusalén y Judá y de condenar a la nación a setenta años de exilio en Babilonia, más el hecho de ver que con esa orden de captura por parte del rey, había arriesgado su posición y toda su carrera por apoyar fielmente a Jeremías.
Dios al ver su angustia, le dijo a Baruc que dejará de buscar cosas grandes para sí mismo (Jeremías 45), que en aquel tiempo de seguro eran prosperidad material o mantener la posición importante. Dios de igual le dice a Baruc que pese a que vendría la calamidad, le iba a dar salvación a su alma, a donde quiera que fuera.
Al final, los babilonios tomaron Jerusalén, la incendiaron y se llevaron al exilio a sus habitantes, con excepción de unos cuantos judíos que lograron escapar, en cuyo grupo estaban Baruc y el profeta Jeremías (tiempo después vendría el libro de Lamentaciones de manos del profeta).
De Baruc podemos aprender diferentes enseñanzas importantes para la vida cristiana, uno de esos aprendizajes es la buena disposición que mostró Baruc de servir a Dios, así como de emplear sus habilidades y relaciones para ello.
Todo esto sin temor a las consecuencias que ello le trajera. Algo que hacen muchos cristianos en estos tiempos, al poner su talento al servicio del establecimiento del Reino de Dios.
Por otro lado, es muy probable que mucho de nosotros se sienta por momentos motivado al igual que Baruc a buscar cosas grandes para sí, pero, así como en el tiempo de Baruc se avecinaban los últimos días de Jerusalén, vivimos en el tiempo de los últimos días, donde la venida de Cristo Jesús está muy cerca.
Por lo que nuestra prioridad, debe ser hacer la voluntad del Padre Celestial, para poder obtener la corona de la vida eterna, no el priorizar ir tras grandes cosas en el mundo para nosotros mismos.
** Un dato importante es que existe el libro de Baruc, de carácter deuterocanónico que se encuentra en el Antiguo Testamento del canon bíblico de la Iglesia católica. El libro de Baruc es parte del grupo de los libros conocidos como apócrifos por los protestantes.
***Foto: Tomada de Google Images.
Muchas gracias, Dios les guarde y tengan un bendecido resto de la noche.
miércoles, 5 de mayo de 2021
BARUC, SECRETARIO FIEL DE JEREMÍAS
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