Por: Emilio Doñé (Diciembre 2012)
En estos últimos meses había un pueblo que anhelaba paz, porvenir y bienestar social, era un momento en que se codiciaba respirar y convivir en un ambiente libre de la política después que parecía pasar el casi traumático proceso electoral de mayo de 2012. Sin embargo, pasado este proceso fueron quedando remanentes palpables que han ido haciendo estragos de manera cíclica en la población dominicana con el pasar de cada día lunar.
Pues, así como el sereno de la madrugada deja pisadas de roció a su paso sobre el techo del lugar de habitación, estos problemas que se han connotado de diversas formas y colores han dejado a su paso la intranquilidad en los hogares dominicanos.
Sumado a esto no podemos dejar de citar la reforma fiscal la cual ha caído como un balde de agua fría sobre cada dominicano consciente de su acontecer nacional. Esta reforma fiscal se ha transformado en una cortina de humo que ha penetrado y envuelto a todos los círculos sociales provocando su parecer de dicho tema que legislara a partir del 10 de diciembre de este año nuestro país en términos económicos por los próximos tres años.
Pero, la mala inquietud e idea de cada dominicano y medios internacionales de comunicación sobre la reforma fiscal no es especialmente porque esta en cifras equivalga a un ITBIS de 16 % a 18 %, a una presión tributaria de 13% a 15%, que las bebidas alcohólicas se han gravadas de 7% a 15% o que se aplique un 10 por ciento a los servicios de telecomunicaciones y telecable, etc… para la solución del déficit fiscal que según reveló el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, se situaba al cierre del mes de septiembre en 148 mil 564 millones de pesos, tres mil 795 millones de dólares, pues hay que aceptarla ya que es el único y aparente camino que conduce a el pago de esta deuda que representa el 6.5 % del PIB.
La razón principal de esta mala actitud contra la reforma fiscal radica en que no se le haya dado al pueblo una explicación real o convincente de que provoco el déficit fiscal citado anteriormente. Principalmente porque se decía que la economía estaba bien, haciendo esto que nuestro libre pensamiento recorra y habite alegremente como bestia salvaje en cualquier paisaje ideológico que vaya en contra de la reforma fiscal. Siendo el más estelar y visitado de estos paisajes ideológicos el que afirma que la reforma fiscal fue producto de la corrupción administrativa.
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